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Curso de formación para cuidadores no profesionales de personas con demencia

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4.1.1. Introducción

Las características del entorno construido pueden constituir una barrera para la autonomía y el bienestar de las personas, o contribuir a promover el máximo grado de independencia, autonomía y bienestar, pueden aumentar las limitaciones o ayudar a compensarlas a medida que avanza la enfermedad.

Nuestra sociedad se ha enfrentado a múltiples y profundos cambios durante las últimas décadas:

  • los cambios demográficos
  • las transformaciones en las estructuras familiares
  • el nuevo papel de la mujer en la sociedad
  • la modificación de las preferencias de las personas mayores y de las personas con demencia respecto a su propio envejecimiento

Toda esta transformación nos está llevando a replantear algunos de los pilares en los que se basaba nuestro actual modelo de bienestar.

Entre los factores que determinan la calidad de vida, el entorno en el que vive una persona con demencia es un recurso fundamental, no sólo en lo que se refiere a la parte física, sino también al vínculo emocional que desarrolla con el espacio donde vive como con el barrio y la conexión con el mundo en general (Yanguas, Sancho, Del Barrio, 2012).

La importancia de este “continente” donde queremos vivir al envejecer, se presenta como un aspecto ineludible a la hora de analizar este nuevo escenario de envejecimiento que se nos presenta en la actualidad.

El diseño de entornos adecuados para la persona con demencia, que respondan a sus necesidades y preferencias, es una disciplina que cada vez tiene más presencia e impacto en el diseño de modelos de atención centrados en la persona, especialmente en las personas con demencia.

El diseño de entornos terapéuticos se incluye cada vez más dentro de los enfoques no farmacológicos para minimizar el efecto que las demencias producen en las capacidades de las personas.

Un entorno diseñado específicamente para personas con demencia puede reforzar y estimular el uso de las capacidades que se mantienen, frenar su pérdida y reponer las que se van perdiendo.

Un entorno considerado, diseñado y ejecutado adecuadamente para responder a las necesidades específicas de las personas que lo habitan y/o utilizan puede convertirse en una herramienta muy útil para reducir los síntomas asociados a las demencias como la deambulación, la desorientación, la agitación, el retraimiento social y otros.

4.1.2. Entornos y calidad de vida

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la dimensión subjetiva del concepto de calidad de vida como “la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y el sistema de valores en que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus preocupaciones. Es un concepto muy amplio en el que influyen de forma compleja la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con los elementos esenciales de su entorno.

Por lo tanto, se reconoce la importancia del entorno dentro de los factores esenciales que determinan nuestra calidad de vida y satisfacción física y emocional: Las personas son más autónomas e independientes si el entorno que nos rodea (tanto físico como social) no sólo lo permite, sino que lo facilita.